Luuk de Jong, el delantero que fue ridiculizado por ser un supuesto capricho de Koeman en los tiempos en los que no se podía fichar a nadie, volvió a salvar a Xavi en el último minuto para empatar en el descuento (2-2) un partido ante un nueva camiseta espanyol que tocó la gloria con la punta de los dedos después de remontar un gol de Pedri en el primer minuto de juego.
Ni Vicente Moreno ni Xavi Hernández sorprendieron de entrada al rival. Ambos apostaron por la alineación que se esperaba y el dibujo previsto. También aceptaron ambas las carencias que sus alineaciones provcaban. Parecían tener claro ambos técnicos que iban a jugar un partido en el que el movimiento de piezas a lo largo de los 90 minutos iba a ser fundamental. Ahí, Moreno ganó por goleada a Xavi, que tiró de mejor cartera.
Cuando el Barça va a Cornellà se pueden adoptar dos actitudes: o la de Gavi o la de De Jong. Con la primera se puede competir; con la segunda está claro que el partido pasará por encima del que se deje intimidar. A Gavi lo trataron de acobardar a base de patadas Aleix Vidal y Keidi Bare, un jugador que en 23 minutos de la primera parte pudo haber sido expulsado dos veces por acumulación de amarillas, pero el andaluz fue el ejemplo de la lucha blaugrana. De Jong, en cambio, sin recibir un falta fue la imagen del miedo.
Y es que el nueva camiseta espanyol salió a piñón en un partido que tenía que significar el punto de inflexión ante un 2022 aciago. Ni el gol de Pedri a los 76 segundos de partido desanimó a un Espanyol que mantuvo un plan de juego basado en la intensidad y la presión alta. Si había que hacer falta, se hacía y ante esta intensidad, el Barcelona encontró pocas respuestas más allá de Gavi y Adama, el resto del equipo, se dejó intimidar.
Si el Barça tenía a estos dos, el Espanyol tenía a un RDT que desde el principio olió la sangre en el costado de Dest y un Darder que dio una clase de fútbol que culminó con un disparo desde la frontal del área que de nuevo Ter Stegen no pudo parar. Antes, Diego López había salvado un disparo de Adama y un cabezazo de Ferran Torres.
Al partido, tal y como debía estar en el plan de los técnicos, le quedaba mucha tela que cortar. Y para empezar a cortarla, entró Eric por Araújo, al que Keidi Bare había retirado del partido, en una decisión que fue desastrosa. La salida de la segunda parte fue del Barça, que siguió viviendo de Gavi, al que le anularon un gol de fe por fuera de juego de De Jong, que seguía molestando y con el partido dándole más miedo que un toro sin afeitar a un torero jubilado.
Moreno retiró a Vilhena y a Keidi Bare, para dar entrada a Melamed y a Morlanes, mientras que Xavi se hartó del cagazo de Frenkie y puso a Aubameyang.
Los cambios de Moreno funcionaron mucho mejor que los de Xavi, porque a los 20 minutos Eric se durmió como un infantil ante el pase filtrado de Darder, que seguía dando un recital, y RDT aprovechó la siesta del central para fusilar a Ter Stegen. Lo de Eric, fue un desastre en toda regla.
Xavi, desesperado, se dio cuenta que para tratar de remontar el desastre, tenía que recurrir a Dembélé y recuperar a Nico, un jugador que había despreciado a favor de un De Jong calamitoso. El Barça ya no tenía más plan que ir a la desesperada. Xavi, en un naufragio de manual, tiró de la receta Koeman y llenó el césped de delanteros en un final de partido histérico en el que Piqué y Nico vieron la roja con el tiempo agotado escenificando la impotencia culé. Y ahí apareció Luuk de Jong. Ese del que se reían todos.