Tras descender hace tres temporadas con un equipo cuajado de inexperiencia y bisoñez, el Granada cambió su política de fichajes, apostando por un maridaje de jugadores experimentados y jóvenes talentos. Una fórmula que sirvió para atraer hasta Los Cármenes a jugadores como Soldado, Herrera, Duarte o Antoñín y que está resultando efectiva, como se pudo corroborar en Mendizorroza, escenario donde el Granada certificó de forma matemática la permanencia.
El primero en marcar ante el Alavés era Antonio Cortés «Antoñín», que vivía su bautismo goleador en Primera tras 127 minutos desde su debut en la élite. Una conquista para un chaval de veinte años que la temporada pasada militaba en Segunda B, que arrancó el curso en Segunda y que ahora se codea con los que hasta hace poco eran sus ídolos en la máxima categoría.
Tras la reanudación, era el turno para Roberto Soldado, quince años mayor que su compañero de ataque. El delantero valenciano, con un disparo certero desde la frontal del área, superó a Roberto sumando su quinto gol de la temporada tras el logrado la pasada jornada ante el Eibar. De esta forma, el atacante marca en dos jornadas de forma consecutiva, algo que no hacía desde su etapa en el Fenerbahce turco.
Alumno y profesor
Antoñin llegó a Los Cármenes como una apuesta de futuro, un talento natural que pulir para conseguir una perla, y como tal la han tratado tanto Diego Martínez como Soldado, que se están encargando de moldear y cuidar al malagueño, que se esmera en absorber las lecciones para mantener su progresión y asentarse entre los mejores.
Cuando Soldado marcó su primer tanto en Primera, algo que ocurrió el 18 de diciembre de 2005 en un Real Madrid-Osasuna, Antoñín tenía cinco años y, posiblemente, estaría contando los días para la llegada de los Reyes Magos, que con suerte le dejarían bajo el árbol un balón de fútbol con el que empezar un sueño que ya es toda una realidad.