Gareth Bale no es ni del Real Madrid ni seguramente tampoco del Tottenham. Gareth Bale es de Gales. Y se le nota. La pasión que le pone a cada partido que juega con su selección es de envidiar para cualquier aficionado madridista o spur. No se rinde, celebra cada acción como si le fuese la vida en ello y está más implicado que nunca. Ni la derrota por 3-1 ante Bélgica, una selección en otra dimensión paralela para los británicos, ni tampoco el hecho de que Gales apenas haya estado en un solo Mundial en su historia, el de Suecia 58, frustran su sueño. Bale quiere ir al Mundial.
Y eso a pesar de que el partido frente a la República Checa estuvo marcado primero por la expulsión de Schick por un manoteo con Connor Roberts y luego por la expulsión del propio Roberts por doble amarilla. El partido, que parecía que se perdía en lo extradeportivo, terminó siendo decidido por la voluntad y la calidad del capitán galés, un Gareth Bale que hizo una de sus típicas arrancadas explosivas antes de poner un centro medido que terminó cabeceando Daniel James. En los últimos instantes, Rodon, compañero de Bale en la Welsh Mafia (‘Mafia Galesa’) que tienen montada en el Tottenham, sacó un balón bajo palos que garantizó los tres puntos para el equipo de Ryan Giggs.